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Réalité

Eleazar corretea entre lápidas y mausoleos. Se detiene, respira hondo, abre los ojos como intentando no perder detalle de lo que acontece a su alrededor. La pureza del aire lo impregna, respira hondo, se siente arropado por el silencio. Su sonrisa la iluminan los juegos de luz que se cuelan entre los dedos de los álamos negros. Mira hacia la izquierda y se encuentra con un largo pasillo engalanado con flores, acto seguido mira hacia la derecha: otro pasillo. El vuelo de un mirlo lo distrae, llama su atención y corre hacia adelante, lo persigue. Vital y sin percato abandona las inmediaciones del recinto hacia la arboleda adjunta donde el ave se pierde.

El pequeño se sitúa en el perímetro que divide el territorio conocido del territorio por explorar. Un instante de duda lo invade pero una leve brisa disipa la indecisión.Se estremece al cruzar los primeros chopos. La luz bajo el techo arbóreo se vuelve tenue, dando vida a las sombras. El paisaje se muestra diferente, el pequeño acostumbra su visión a la nueva realidad sin detenerse, como por inercia. El sonido silenciado por sus pasos de hierba sólo son ahogados por el leve susurro del agua al fluir. Busca la fuente del rumor hasta encontrar un pequeño riachuelo. Sumerge una de sus manos en la corriente y la contempla a través de la superficie acuosa. Al poco la retira, su tacto es frío, nunca antes observó con tanta curiosidad las líneas de su mano.

Un murmullo se filtra en la quietud, lo distrae, se levanta y, alerta, se dirige hacia el origen del sonido. Con inquietud mantiene la respiración, se sitúa tras el tronco de un abeto, se asoma como quien juega al escondite y observa. Una figura femenina semi-desnuda parece susurrar al hueco de un árbol. Llama su atención el color estival de su cabello, escucha…

[…] todos esos sentimientos a medias circulan por mis venas, confluyen en mi pecho y de ahí el temblor, la parálisis… Ibas de pobrecito, de mendigo de caricias, tú que siempre interpretabas el papel de principal víctima en esta maldita película en gris y negro.

Ahora vislumbro desde el borde del pozo ese fondo de indolencia, esa actitud, ese desencanto ante la vida. “Nada a lo que aferrarme, nada real a lo que aferrarme” decías.

No consigo dar explicación a cómo encontró el camino de vuelta. Yo suplicaba para que te dejara en paz, sin embargo despertabas algo en ella. Todas esas veces que llorabas en mi regazo, imbécil de mí, conducía ese velero a través de la bruma dirección la calma. Interpretaba tus torpes palabras, la bella criptografía de tus más íntimos secretos. Y tu voz: “Te sueño cada noche” y “No puedo apartarte de mi cabeza” y “Te tengo hasta en el café, píldora para aferrarte a la realidad” decías. El olor a café es el olor de la realidad, me llamabas píldora para aferrarme a la realidad… Recuerdo cuando dijiste: “eres como una droga que mezclada con alcohol saca lo mejor de mí”. Yo te creí, pensé que siempre estarías ahí que no serías capaz.

Ya no sé si este torrente despuntando mi rostro, esta tierra fértil, tu nombre inscrito en el frío mármol es real, no lo sé ¿por qué? Yo, te amaba, fuiste mi píldora a la que aferrar mi realidad, lo único real…

La extraña mujer deposita una nota en el interior del árbol y camina por un sendero hasta desaparecer.El pequeño no comprende lo sucedido, se acerca e introduce la mano en las entrañas del árbol. Extrae la nota y lee:

Regresa mirlo con tu pico de atardecer y cuerpo nocturno, revolotea este páramo reforestado con frías flores de plástico.

Una voz familiar pronuncia su nombre, resuena como eco en la letanía. Una última mirada a la nota, lee un nombre, suelta el papel. Aprisa abandona la arboleda como intentando huir del futuro.

Otras píldoras:

http://momentosdelucesysombras.blogspot.com/2010/02/lady-godett.html

Imagen: Gustav Klimt-Coffee


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  1. febrero 18, 2010 a las 9:09 pm

    «En el pasado, cuando las personas tenían secretos y no deseaban compatirlos, buscaban un árbol y hacían un agujero en él para susurrar su secreto. Luego lo recubrían con barro. De ese modo, nadie más lo descubriría».
    Creo que esta canción «queda» adecuada para tu relato:

    Un beso.

  2. R. Alzala
    febrero 22, 2010 a las 12:21 pm

    Esa canción es como un búmeran 😉
    …Y entre más fuerte la lanzo antes regresa…

    En el futuro cuando alguien quería recuperar la memoria perdida tomaba un tren que lo llevaba a 2046, donde nada cambiaría…

  3. febrero 22, 2010 a las 6:23 pm

    Bonito, plagado de imagenes sensoriales, se siente el fresco de la arboleda. Muy lindo, muy tierno aunque sea imposible escapar al futuro.

    Un saludo.

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