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La bruma

“Conocer a un hombre y conocer lo que tiene dentro de la cabeza, son asuntos distintos.”
-Hemingway-

Cuando estás apunto de morir ves desfilar toda tu vida en fotogramas. Eso dicen, puedo asegurar que es falso.
Hace un instante me encontraba sentado en esa silla, en este porche esperando lo inevitable. Miraba la silueta del árbol -siempre estuvo ahí en medio, impasible, inmutable-. Es el único elemento intuible, la bruma lo invade todo.

Estoy sentado, sitúo la culata en el suelo, la inclino dirigiéndola hacia mí y contemplo, como nunca lo hice antes, esos dos ojos azabache de mi fiel Vicenzo Bernadelli; doble cañón, calibre 12. Abro la boca, el frío se cuela hasta lo más profundo de mi pecho. Dirijo los implacables orbes hacia el cielo, el cielo de mi boca, ni un pensamiento, presiono el gatillo, nada, ninguna detonación, ni sesos desparramados; continúo con vida. Observo el arma, compruebo si sus entrañas portan la carga letal. Vacía, olvidé armarla.

Ahora me encuentro de pie, entro en la casa y busco. Soy incapaz de recordar la ubicación de los cartuchos.
Se trata de mi hogar, pero la frivolidad con la que observo la estancia es preocupante. Acaricio el mueble que cubre la pared norte del salón hasta llegar a las puertas que abren el mini-bar. Por inercia, lleno el vaso con ginebra, doble de ginebra.

Paseo la palma de la mano sobre la pieza sobresaliente del mueble hasta llegar a la repisa que corona el fogón de la chimenea. ¿Y la caja de cartuchos? Debería encontrarse ahí, justo encima de la chimenea. Desde la aparición de la bruma los recuerdos comenzaron a volverse frágiles, volátiles.

La sensación de extrañeza se torna curiosidad, una leve curiosidad. Ando hacia el centro de la estancia, en medio una mesa de vidrio. Un álbum sobre la mesa. Una rosa seca adorna la portada. En ella unas letras impresas en color plateado. Mi nombre figura junto al de Ángela. Abro con lentitud, al azar, nada; hacia adelante, más nada; hacia atrás, ni una imagen. Se encuentra totalmente en blanco.

Dirijo la atención hacia el primer peldaño. Cada paso es más lento, más pesado que el anterior. Alcanzo el pasamanos, aferro con fuerza mis dedos gobernando la bola gris que anuncia el inicio, el primer paso hacia la planta superior. No sabría explicarlo, otra vez ese frío. Apenas iniciado el ascenso, me detengo, no sé la razón pero no debo subir. Acepto sin cuestionar la acción dando la espalda a la escalera. Es como si una nube en mi cabeza se interpusiera entre yo y la realidad, la realidad y yo.

Enfrente la pared sólo muestra la roca, ningún tipo de ornamento, nada. A la izquierda una cocina, nada de interés. Regreso al exterior, al frío. La silueta de un árbol en medio y la bruma, eterna, paciente. Miro la escopeta, ¿por qué la llevo al hombro? ¿Quién es Ángela? ¿Dónde me encuentro?

Otros cartuchos:

http://momentosdelucesysombras.blogspot.com/2009/11/una-y-otra-vez.html

http://visionesdelaluna.blogspot.com/2009/11/experimentacion-locura.html

En la recámara:

http://momentosdelucesysombras.blogspot.com/2009/11/abu.html

 

  1. Lunática
    noviembre 24, 2009 a las 7:53 am

    No saqué el billete para la vida,
    no acerté con la puerta del sentimiento,
    no hubo deseo y ocasión que no perdiera.
    Grande es la vida, y no vale la pena que haya vida.

    ¡Vuelve mañana, realidad!
    ¡Aplázate presente absoluto!

    Pero tengo que hacer la maleta,
    tengo, por fuerza, que hacer la maleta,
    la maleta.
    No puedo llevarme las camisas en la hipótesis y la maleta
    en la razón.
    Sí, toda la vida he tenido que hacer la maleta.
    Pero también, toda la vida, me he quedado sentado en el
    borde de la pila de las camisas,
    mienras rumiaba, como un buey que no llegó a ser Apis,
    el destino.

    Álvaro de Campos (heterónimo de Pessoa).

  2. noviembre 25, 2009 a las 6:39 pm

    I will be back.

    Un saludo.

    • R. Alzala
      noviembre 26, 2009 a las 3:51 pm

      Le espero.

  3. Lunática
    noviembre 26, 2009 a las 7:46 am

    Esta foto elegida para nuestro post en común trae soledades, tristezas, fracasos, dudas y ausencias en nuestras letras. Cada uno hemos expresado (algunos como El Ángel lo han hecho por duplicado…: ¡bravo!), a nuestro estilo dichos sentimientos.
    Te diré que en esta frase: «Abro con lentitud, al azar, nada, hacia adelante, más nada, hacia atrás, ni una imagen»; la expresión «más nada» es muy nuestra y queda rara en este contexto. Yo probaría a cambiarla y quitaría las comas entre nada hacia delante y nada hacia atrás.
    Tu texto en algún momento me ha hecho pensar en la Nada de M. Ende.

    Coninúo con Álvaro de Campos:
    «[…]
    Creo en el mundo como en una margarita,
    porque lo veo. Pero no pienso en él,
    porque pensar es no comprender…
    El Mundo no se ha hecho para pensar en él
    (pensar es estar enfermo de los ojos),
    sino para mirarlo y estar de acuerdo…
    Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…
    Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que es,
    sino porque la amo, y la amo por eso,
    porque quien ama nunca sabe lo que ama,
    ni sabe por qué ama, ni qué es amar…

    Amar es la eterna inocencia,
    y la única inocencia es no pensar… »

    Bss.

    • R. Alzala
      noviembre 26, 2009 a las 3:46 pm

      Esta foto elegida para nuestro post en común trae soledades, tristezas, fracasos, dudas y ausencias en nuestras letras […]

      En mi caso no creo que sea la foto. Tampocodifieremucho de lo que suelo escribir. Además el tipo no se revienta la piñata (¿o si?)

      Cómo no va a ser «muy nuestra» cielo, cielo de mi boca, si el personaje de Ángela está inspirado en ti y el de Ernesto en mí… No es cierto, it’s a joke 😉

      El otro día leía a no sé quién y recordé no sé que texto tuyo.

      Nadas.

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