El árbol llora

El árbol llora

hace luna llena

y mucho viento.

Residencia «El descanso»

Entrando, por la calle principal, se respira un tiempo sin fin, de absoluta paz: los jardines muy bien cuidados, bancos para quienes deseen descansar, flores en casi todas las puertas, unas recién cortadas, otras ya marchitas.

Llena de azul

Si el mar me llegara siempre por la cintura,

sin más peligros que los de la orilla,

yo nadaría mar adentro, mar adentro,

hasta el horizonte azul, y seguiría, seguiría,

hasta el nuevo horizonte azul, y así, hasta alcanzar

la otra orilla; y, sin salir, regresaría de nuevo,

 a esta misma orilla, llena de azul.

«Poema sin título»

Gritar.

Hacer volar por los aires el nombre

y el recuerdo,

hasta que sólo quede marca en la historia

que se escribe sobre mi piel, sobre los años

y las heridas, los placeres olvidados y caducos,

sobre los besos esparcidos por el suelo, besos de barro,

de arcilla seca, de sal.

Gritar y beber.

Recorrer el Tiempo de un extremo al otro

y, nunca, volver atrás.

Instantes;

Foto sacada de: http://espejoopalino.blogia.com/

Hay instantes de dolor contenido, o simplemente reflexivos, que invitan al brote de las palabras entre el papel y el lápiz…

Desde este punto nacen versos libres, o pequeños textos que atesoramos, aunque pensemos que no valen mucho, siguen manando esos instantes, como estos dos que siguen, escritos mientras me vinieron de pronto al estar con amigos en un bar o en un paseo…

Espero que lo disfrutéis…

–

Si somos un punto

Del pasado

De un futuro

Aún por venir

¿Qué nos queda?

¿Qué somos más que polvo?

Solo minutos,

Vividos

Y sin vivir.

– 22- 5- 08 –

Quiero llorar,

Y desahogarme…

Quiero abrazar,

Y que me abracen…

Quiero sentir,

Y que me sientan…

Que mis lágrimas,

No me sepan amargas…

No ser yo…

Por un instante.

– 27- 5- 05 –

By: Corina Morera Villar

«Cañonazos de salva»

¡Honremos al aire!

¡Honremos a los océanos, a los lagos, a los ríos!

¡Honremos el agua que acaricia la luna

en sus ciclos vitales!

Hagamos pasillo de honor con nuestros brazos,

¡espíritus nobles, solemnes, desnudos y honestos!,

al paso de la tierra y sus animales.

Rindamos honor al sol y al fuego,

¡al grito del rayo y el llanto del trueno!

¡Disparemos cañonazos de salva

al paso de nuestras almas!

porque una y otra vez, en la barca de Caronte,

regresaremos siempre nuevos,

a cantar este aire, sangrar sobre esta tierra,

y respirar en este mar, vientre de nuestras madres.

«Hay agua en marte, pero no vida»

Tumbado en la arena,

dejé que el sol quemara mi aire y mi ropa.

Acudió, luego, presto el viento,

y erosionó la piel, el grito y el llanto.

Levanté mi cuerpo y caminé,

mientras el aire digería restos de comida

en la boca de algún oscuro cangrejo.

Y ya desnudo de todo,

sin recuerdos, con los sueños cristalizados en la orilla,

seco de sangre  y de agua,  de sal y  de latido,

agarré la marea con mis manos

y abrí los ojos hasta vaciarlos  y ahogarlos de ti.

Quedó, entonces, la playa vacía,

y únicamente podíase ver, a lo lejos, en alguna terraza,

sirenas de cristal y absenta que olisqueaban el aire

en busca del nuevo hombre.